La
historia del siglo XX en España comienza en 1898, reinaba un Alfonso
XIII niño y ejercía la regencia su madre María Cristina, el presidente
de Gobierno era Sagasta. El 19 de abril de 1898, los Estados Unidos,
alegando la responsabilidad española en el hundimiento de su acorazado Maine en
el puerto de Santiago, declaró la guerra a España. La marina americana,
equipada con buques y armamento moderno, derrotó a los barcos españoles
en Cavite, Filipinas, el 1 de mayo, y en Santiago
de Cuba, el 3 de julio. El tratado de París, del 10 de diciembre de
1898, obligó a España a conceder la independencia a Cuba y a ceder
Puerto Rico y las Filipinas a los Estados Unidos.
La
derrota supuso un duro golpe para el país, no obstante, la pérdida de
las posesiones coloniales fue acogida en España con bastante
indiferencia. No hubo ninguna reacción pública violenta. España parecía
paralizada. Sólo un grupo de intelectuales sintió la necesidad de
enfrentarse a la derrota y a sus consecuencias nacionales, fueron los
miembros de la denominada Generación del 98. A pesar de su reacción, los
intelectuales no acometieron los problemas de España (pobreza,
subdesarrollo, injusticia social...) desde una postura activa, sino que
dieron una respuesta abstracta y filosófica al denominado problema de
España".
LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS
JOAQUÍN COSTA
CONSTITUCION LIBRE DE ENSEÑANZA
TIERRA SIN PAN (HURDES)
LA SEMANA TRÁGICA
PROCLAMACION DE LA II REPUBLICA
GUERRA CIVIL EN ESPAÑA
GUERRA CIVIL EN EXTREMADURA (1)
(2)
(3)
LA GUERRA CIVIL EN MIAJADAS
EL GUERNIKA DE PICASSO, UN SÍMBOLO DE LA GUERRA CIVIL
En 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, Miguel de
Unamuno, Rector de la Universidad de Salamanca, ante los discursos
fascistas pronunciados por Pemán y por el profesor Maldonado y los
gritos fascistas del general Millán Astray, contesta con estas palabras:
“Estáis
esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de
permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir,
porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero
hacer algunos comentarios al discurso -por llamarlo de algún modo- del
profesor Maldonado, que se encuentra entre nosotros. Dejaré de lado la
ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y
catalanes. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao. El obispo , lo
quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona. Pero ahora
acabo de oír el necrófilo e insensato grito “¡Viva la muerte!” y yo, que
he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos
que no las comprendían he de deciros, como experto en la materia, que
esta ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán-Astray es
un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un
inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en
España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda,
pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general
Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un
mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de
esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los
mutilados a su alrededor.El
general Millán Astray quisiera crear una España nueva, creación
negativa sin duda, según su propia imagen. Y por ello desearía una
España mutilada... "¡Éste
es el templo de la inteligencia! ¡Y yo soy su supremo sacerdote!
Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga
lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, pero
no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no
convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir
necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece
inútil pediros que penséis en España".
Este discurso fue contestado por el propio Millán Astray con el grito de ¡Viva la muerte!¡Muera la inteligencia!